Rabia en Salta y Jujuy (Argentina)
Temor en Jujuy y Salta por numerosos casos de rabia |
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La rabia, acaso la enfermedad zoonótica más peligrosa y temida, es para la mayoría de los veterinarios del país una noción ajena, ni siquiera un recuerdo. Pero hay algunos colegas que viven cotidianamente amenazados por este mal. Y no están en parajes lejanísimos, sino en nuestro propio país: en lo que va del año hubo al menos seis casos confirmados de rabia canina en Jujuy.
El fenómeno no es nuevo. En 2005 hubo 17 casos, en 2004 fueron 72, y en 2003, el peor año, 131. Además, en Salta se registraron más de 15 casos entre 2004 y 2005, con la diferencia que, por diversos problemas, no todos fueron documentados.
La información sobre el brote en Jujuy nos llegó gracias al contacto con el doctor Omar Farfán, presidente del Colegio de Veterinarios de la Provincia y corresponsal de El Cronista Veterinario en la zona. De los casos de este año, tres se dieron en la localidad de Alto Comedero, uno en el centro de San Salvador, otro en Alto Gorriti y el último en Chijra. En La Quiaca, por ejemplo, casi todos los animales sospechados de estar contagiados dieron positivo. Esto tiene una explicación: la proximidad con Bolivia, donde la rabia no está controlada y las muertes de humanos son muy frecuentes. De hecho, el año pasado el Gobierno argentino le envió al país vecino 40.000 vacunas para intentar proteger el sector más cercano a la frontera con Jujuy y Salta.
Pero las estadísticas no alcanzan para mostrar toda la problemática. Hay un componente humano que es el que más preocupa: la enorme exposición al riesgo que sufren los veterinarios en la zona, y las dificultades que tienen para combatir la enfermedad.
Un claro ejemplo lo pudo dar el propio Dr. Farfán: "Recibí un perro en mi consultorio con un pedido para sacarle una placa de mandíbula, ante la sospecha de una fractura. Dormimos al animal y le tomamos la RX. Cuando la dueña se estaba yendo le preguntamos si el animal estaba vacunado contra rabia, y nos dijo que lo había hecho tres semanas antes. La placa no mostró fractura, pero el animal seguía con problemas en la mandíbula. Un par de días después la dueña volvió con el perro, que caminaba bien pero seguía con la mandíbula un poco abierta y la mirada obnubilada. Me comuniqué con el colega que atendía siempre al perro y le dije que me parecían signos de rabia. Mi colega coincidió, pero no pudimos hacer nada más porque esa misma noche el animal murió. Lo peor es que para sacarle la placa había metido la mano en la boca del perro para correrle la lengua. Y encima mi mujer tuvo tanta mala suerte que se pinchó con la jeringa que habíamos utilizado para dormir al paciente. Imaginate cómo estábamos..." Y cómo estuvieron después: por precaución, Farfán y su mujer tuvieron que vacunarse: "Fueron 12 dosis, una por día, con mucho dolor en la zona de aplicación", contó el doctor.
La sucesión de casos obligó a realizar una reunión en junio pasado, con especialistas de Buenos Aires, Santa Fe, Tucumán y Salta. Según Farfán, un médico infectólogo terminó confesando que no existe un parámetro de trabajo definido, no hay protocolo de vacunación y ni siquiera se sabe bien qué hacer en caso de una herida por mordedura. "Investigué y averigüé que todos los veterinarios deben estar vacunados contra rabia, según recomienda la OMS", comentó Farfán. Además, en esa reunión una médica afirmó que los colegas debían cortar las cabezas de los animales muertos en sus clínicas para enviarlas a confirmar el diagnóstico. "Ni loco lo voy a hacer en mi quirófano. Hay mucho desconocimiento entre los colegas, y la gente se niega a colaborar", aseguró el presidente del Colegio local. La ignorancia es tal que hasta hubo una médica que salió por TV afirmando que la rabia no es una enfermedad mortal...
La situación en Salta, si bien no hubo casos en lo que va del año, no parece ser muy distinta. Los doctores María Cecilia Vieta y Gustavo Dada son veterinarios, están casados y trabajan en una clínica del barrio Santa Ana, de la capital, donde atendieron tres casos de rabia canina. "El primer caso en Salta apareció un año después del brote jujeño. Lo curioso es que surgió en pleno centro de la Ciudad. Lo diagnosticó el Dr. Alberto Palma, quien mandó muestras al Antirrábico local. El diagnóstico que le volvió fue bastante dudoso, aparentemente las muestras se entreveraron con las de un caballo...", contaron. Otro colega salteño, Marcelo Alonso, comentó: " Todos los informes fueron telefónicos, ninguno por escrito. Es que las muestras se envían a una delegación del SENASA que hay en Tucumán, pero van en colectivo, y muchas veces llegan en mal estado, por el calor y el viaje. Además, no hacen prueba de ratón lactante". Según Vieta, uno de los casos que atendió sí fue confirmado, por inmunofluorescencia y ratón lactante, pero porque lo enviaron al Instituto Malbrán, de Buenos Aires.
"Estábamos alertados de que podía aparecer rabia, pero nunca habíamos visto un caso. En Santa Ana son comunes los perros con moquillo. El primero que atendimos parecía estar intoxicado, y por eso lo tuvimos cinco días internado y medicado. Respondió, pero al sexto día murió, con signos de encefalitis. No había babeo ni síntomas mandibulares, pero sí temblores. Ese fue el caso confirmado en el Malbrán", contó Gustavo Dada. El siguiente paso fue el mismo que para Farfán: vacunarse, Dada, Vieta y los cinco empleados de la clínica. María Cecilia sufrió malestares digestivos.
Ante la aparición de casos, y en medio de una gran paranoia en la ciudad, los veterinarios comenzaron a cuidarse más. "Empezamos a ponernos doble guante, por ejemplo. El tema es que por ahí vienen con moquillo, y uno duda de si tienen rabia. No sabés si internarlo o mandarlo al Antirrábico. Es un problema, porque si tienen moquillo, con diez días en el Antirrábico se mueren", contó Dada. Los casos no aparecieron sólo en la ciudad, sino también en Tres Cerritos, Vaquero, La Caldera y otras localidades salteñas.
Hubo varios problemas que colaboraron con la difusión de la rabia. El primero, una mala preparación y reacción del Gobierno. "El manejo fue desastroso. Primero hubo una vacunación masiva, pero luego colocaron puestos de vacunación voluntaria. Además, los que vacunaban no estaban capacitados. Enviábamos casos para confirmación al Antirrábico pero nunca nos daban respuestas", afirmó Dada. El colega Alonso agregó: "Salían a vacunar cadetes de la Policía. Se comenta que algunos revendían la vacuna. Y otros, si el animal era malo, le dejaban la dosis a los dueños para que la pusieran ellos. Durante la psicosis vacunaron a todos los animales: hubo un hámster que recibió media dosis y, por supuesto, se murió". Además, los colegas contaron que el personal del Antirrábico transportaba a los perros sospechosos en auto.
Estas tragicómicas situaciones son, según los veterinarios en Salta y Jujuy, reflejo de una situación más grave: que los políticos locales no terminan de entender la gravedad del problema. "En pleno brote los veterinarios nos juntamos y decidimos vacunar gratis. El Gobierno se comprometió a darnos las vacunas y los descartables. Todavía estamos esperando la reposición de los descartables...", aseguró Farfán. El consenso fue vacunar a los perros a los tres y seis meses, pero la realidad es que, por falta de dosis sólo se vacunó durante lo peor del brote, contaron los colegas locales. Además, se sigue sin entender que la rabia puede matar a humanos: "Un veterinario salteño, Nacho Figueroa, le preguntó al Ministro provincial de Salud qué iban a hacer ante el primer caso de una persona con rabia. "Ese es mí problema" respondió. Oficialmente, siguen creyendo que la rabia es un problema de los veterinarios, porque afecta a los animales, y no de toda la población", contaron los colegas.
El otro gran tema que favoreció la expansión de la enfermedad, y que hace frágil a toda la zona, es una costumbre cultural. Tanto en Salta como en Jujuy la gente no parece tener una noción muy clara de lo que es tener responsablemente una mascota. Esto se ve en la enorme cantidad de perros que vagabundean por la calle, pero que en general tienen dueño. "La gente abre la puerta de su casa a la mañana y el animal sale a pasear. Vuelve al mediodía a comer y otra vez sale. No ves a casi nadie paseándolos con correa. Así es imposible distinguir a los animales con dueño de los callejeros", se lamentan los colegas locales.
No sólo eso: cuando los empleados de los Antirrábicos capturan perros en la calle, luego sufren las reprimendas. "Hubo abogados que se presentaron exigiendo la liberación de tal o cual perro, porque era de determinado político o juez. La gente se las toma con los Antirrábicos, en Jujuy llegaron a apedrearlo", contó Farfán. De hecho, un fox terrier que había sido internado en el de Salta fue "secuestrado" por gente de una Protectora, que luego hizo juicio por daños y perjuicios al Municipio. Para empeorar la situación, en Salta están prohibidas las eutanasias.
También en China
Más de 50.000 de perros fueron recientemente sacrificados en el este y sur de China por dos epidemias de rabia que ya mataron a más de 20 personas.
La última eutanasia masiva fue ordenada el 9 de agosto, luego de que en las afueras de Shangai dos perros mordieran a un hombre de 59, que luego murió de rabia, según informó la agencia española EFE. Organizaciones de defensa de animales de otros países criticaron las matanzas, y afirmaron que el Gobierno comunista chino no lleva adelante correctas campañas de vacunación de perros. Los animales son sacrificados utilizando estacas o electrocutándolos.
En China a la rabia se la denomina "kuangquanbing", literalmente, "enfermedad de los perros locos".